POETAS PERUANOS EN EL EXTRANJERO. En la siguiente entrevista, el escritor argentino Arturo Borra examina el libro Sombría Estrella fugaz (EOLAS Ediciones, 2023), del poeta Mario Pera (Lima, 1991).
REVISTA EN LIMA: El título del libro de Mario Pera, Sombría estrella fugaz, presenta una imagen tan enigmática como, al parecer, contradictoria.
ARTURO BORRA: El título Sombría estrella fugaz es, en efecto, un oxímoron, una contradicción entre los términos, porque en principio sabemos que una estrella ilumina y, sin embargo, lo que sutilmente anticipa el título es un juego de contrastes en el que se mueven los poemas de Mario Pera, en una especie de tensión que va conformando a su vez una constelación poética.
REVISTA EN LIMA: ¿Hay una referencia, entonces, a un doble juego?
ARTURO BORRA. Sí, por un lado, Mario plantea la poesía como posibilidad de arrojar luz sobre algo; una luz que, en el caso de su poética, no pretende iluminar todo sino que mantiene su propia zona de sombra. A mi parecer, esa dualidad potencia la idea de estar en un punto ínfimo dentro de un universo mucho mayor que nos desborda y recuerda, comenzando por el título del poemario, nuestra finitud, nuestro paso efímero por la existencia.
REVISTA EN LIMA: Sombría estrella fugaz, es un bello título.
ARTURO BORRA: Bello y atinado, porque anticipa lo que vamos a encontrar en el devenir de la lectura: esa condición en la que el escritor intenta arrojar luz sobre determinadas realidades -a veces invisibilizadas- del ser humano, sin olvidar los límites con los que nos topamos en la práctica de la escritura. En fin, una forma de nombrar la presencia de nuestra condición frágil, efímera y mortal.
REVISTA EN LIMA: ¿Se trata de un poemario río o un poema árbol?
ARTURO BORRA: Más bien de una poética-constelación, donde los propios términos construyen una tensión que no se resuelve. Afortunadamente, esa tensión es lo que nos lleva a pensar, lo que nos instala en un punto donde nos movemos sin centro, en un universo abierto y por tanto descentrado, tratando de orientarnos con una palabra quilla (como la de los barcos, que marca la ruta), como dice en un momento Mario, que nos lleve hacia lo que no sabemos.
REVISTA EN LIMA: En la presentación del libro de Mario Pera comparaste sus poemas con la metáfora del puercoespín. ¿A qué te refieres con esa idea?
ARTURO BORRA: Relaciono los poemas de Mario Pera en general con la figura del puerco espín que trabaja el filósofo Jacques Derrida: por un lado, este animal parece un ser hostil que nos puede herir con sus púas y, sin embargo, cuando uno se acerca y lo acaricia, se abre en su fragilidad, dejándonos oír su latido. Esa es la metáfora que utiliza Derrida y que me parece pertinente en este contexto.
REVISTA EN LIMA: Explíquese usted.
ARTURO BORRA: La poética de Mario es una poética frondosa, que tiene una complejidad y carga simbólica importantes. De ahí que hay que ser pacientes para poder entrar y aceptar esa propuesta de lectura que plantean sus poemas. Entonces, de algún modo, lo que quiero poner de manifiesto con esa metáfora es que cuando uno se detiene y escucha un poema de Mario, va encontrando sentido en el tupido follaje, abriéndose paso hasta empezar a ver sus claros. Esos claros que ayudan al lector no sólo a pensar el poema sino la existencia, lo que somos o vamos siendo: fragilidad a veces punzante.
REVISTA EN LIMA: Llegar a ese punto exige un esfuerzo de parte del lector.
ARTURO BORRA: Sí, llegar a ese punto exige un esfuerzo que no es otro que el de escuchar el poema de manera paciente. Sin esa escucha no hay posibilidad de diálogo entre poema y lector. Lo mismo pasa en la vida: cuando aprendemos a detenernos y a prestar atención, sobre todo en una sociedad vertiginosa como la nuestra, la apertura hacia el otro se hace posible, por más sorprendente que parezca en el contexto cultural presente.■

Arturo Borra (Argentina, 1972) es licenciado en Comunicación Social (UNER)
y se ha doctorado en Estudios Interdisciplinarios de la Comunicación en la
Universidad de Valencia (España). Ha publicado varios libros de prosa y poesía. Colabora con publicaciones literarias y comunicacionales en diferentes revistas de Argentina, México, Brasil, Venezuela y España.

DOS POEMAS DE SOMBRÍA ESTRELLA FUGAZ
Bosque negro
Cortar la roca
dejar que el arpegio fúnebre corra en el pentagrama
[del próximo invierno
permitir que el silencio envuelva al árbol que arde
día tras día
frente al mar
la misma ceniza de la rama
presiona sobre nuestra frente
el polvo
y forma
la huella de una larva
el incidente:
un sol invisible palpita mientras los pájaros se alejan
[del oeste
corta con un hilo tenso los bordes del verano
segundo nacimiento
entre avispas que revolotean y saltan con violencia
mientras la floresta se calcina
un óvulo levita y anida el día en el abismo oculto en el fogón
hasta perder de vista la flecha
que vuela sin ser oída
entre constelaciones que forman
como rebaños
un bosque negro

Visión celeste
Padre César que ardes en un sol invisible
canto frío que arrastra corolas de plata
armada tu voz con el ronquido metálico de tu oleaje
varando los sintagmas desde la tersura de tus manos
El silencio pausado de tu niñez andina
el Sena nombrándote
eternamente dormido
cambias con cada ola sobre la arena infinita
en el vientre agrio del azogue que te vio nacer
desde el torso grávido de la sílaba
desde el adiós que esmerila el verso
entre las pelvis que se unieron para sobrevivir
a la catástrofe
Rozar con el falo tu ceniza
con un fósforo la hierba que ante ti crece arrodillada
en los bordes del idioma
ocultos tras mis pestañas
reverdecen los campos migratorios de tus dedos
la resaca de tu voz barbada
cóncavas tus mejillas
y la cadencia de tus pasos sobre la grava
salada rosa que destiñe tu perfil y lo parte iluminado
lleno de verbos que sobre la hoja laten
Regreso a Santiago en tus pupilas ámbar
lejos de todo
lejos
en el linaje de tu pantalón raído y viudo
méndiga la boca que lee huyendo a tu lejanía
primera muerte
¡Oh!, Padre César
lo idéntico y lo Otro
ensordecen las sílabas
callado el oído para escuchar tu frecuencia
tus pasos inclinados
se cuida
el sueño simbiótico enhebrando tu espesura en mi garganta
extranjero en toda dirección
extranjero en los arpegios de tu atmósfera
con agresivo rumbo hacia los huesos
en cada letra tu fecundidad
la garúa de Lima modelando tu constelación
punto de fuga en el poema
sin embargo las ojeras
en cada pálpito que late en los labios
como otra forma de silencio
sobre las flores y hospitales de París
y el cadáver de España degollado sobre tu lengua
la armonía de la especie derrumbándose en tus pestañas
mudo y ciego el tiempo trenza tu mortaja
el renacer de tu caudal herido
aurora que nos cubre transparente
Padre César
de talud inacabable
Padre César
de cabeza recóndita y celeste