JUGUEMOS EN EL BOSQUE
PARAJES SOLITARIOS, LOBOS Y RELOJES. LOS PELIGROS LATENTES EN EL FRÁGIL SUEÑO DE LA ETERNA JUVENTUD
EL FANTÁSTICO MUNDO DE LA PINTORA Judith Vergara (Callao, 1986) está ambientado en un bosque misterioso habitado por mujeres que conviven en aparente armonía con mariposas, pájaros y hasta fieras salvajes. También hay allí algunos artefactos del mundo civilizado, como relojes y frascos de perfume que las muchachas parecer haber recogido de los árboles, como si fueran frutos. Un cierto misterio envuelve a estas composiciones oníricas, como si en algún momento se fueran a descubrir unos ojos que miran desde el follaje.
-En tus cuadros los escenarios son como bosques encantados.
-La naturaleza exuberante cobija a mis personajes, que aparecen como vulnerables. Trato de plasmar una tibia y sensual calidez que embriaga y lo envuelve todo.
-También hay mujeres y relojes. ¿Alguna obsesión con el paso del tiempo?
-Son mujeres jóvenes y saludables, indiferentes al dolor, a la vejez. En mi pequeño mundo nada se marchita. Al contrario, todo está floreciendo.
-¿Y por qué siempre están en ropa interior?
-Mis personajes se muestran tal como son, no esconden nada, excepto por las heridas del corazón. Yo creo que esa ropa las hace lucir más vulnerables, incapaces de ocultar lo que realmente son, incapaces de mentir.
-Has instalado tu taller en la sala de su departamento.
-Tal vez lo adecuado sería rentar un estudio, pero no concibo el hecho de tener mi vida en un lugar y mi pintura en otro. Además, a veces comienzo a pintar a las diez de la mañana y me sigo de largo hasta las once de la noche o hasta la una de la mañana. Solo paro a comer algo en el almuerzo y luego continúo.
¿Tanto así?
Me pasa que, cuando pinto, pierdo la noción del tiempo. Creo que ha pasado una hora cuando en realidad pasaron cinco.
-¿Tienes alguna cábala?
-No sé si es una cábala, pero por las noches le doy vuelta a mis cuadros para no sentirme observada por mis personajes. Sucede que, de madrugada, cuando voy a la cocina por un vaso de agua, me da miedo pasar por la sala, porque siento que mis personajes me siguen con la mirada.