En sus paisajes de playa, Pablo Patrucco (Lima, 1975) aprovecha la luz del sol para retratar dos realidades diferentes, pero igualmente cotidianas de la ciudad. Por un lado, la colorida muchedumbre de las playas populares; y por otro, el solitario relax de las playas, digamos, de más difícil acceso. El arte, como la vida misma, también está lleno de contrastes.
Con esta serie Patrucco se ha propuesto mantener viva la tradición de la pintura de paisaje urbano. Su enfoque es costumbrista, en el sentido que su obra refleja los usos y costumbres -pero también las inequidades- de la sociedad contemporánea. Y su lenguaje es impresionista, ya que logra con el pincel esa sensación de vibración de color. En su pintura reverberan el mar y las sombrillas, pero también el corazón común de las gentes. Otro detalle: no hay personajes principales en sus cuadros. El protagonista es el paisaje, el colectivo, la cotidianeidad.
Eso lo ha logrado, en parte, gracias a sus habilidades del buen observador social. Porque no es lo mismo mirar una multitud, que un objeto único, como un niño o una flor. Se requiere un ojo entrenado para captar, dentro del conjunto, la rica trama colectiva, y las particulares interrelaciones al interior del grupo.
-¿Qué te llevó a pintar playas?
-La ciudad de Lima había dejado de ser retratada desde hacía décadas. Artistas como Juan Pastorelli y Bill Caro habían pintado el paisaje costero y urbano, respectivamente, pero luego habían dejado un vacío grande y Lima había cambiado mucho.
-Vemos un contraste evidente entre las playas que pintas.
-Yo buscaba retratar la nueva Lima, la del uso de los espacios públicos, en este caso de la costa, por parte de la gran oleada de migrantes de la sierra. Eso lo encontré en la Costa Verde y en las piscinas públicas de algunos distritos. Paralelo a ese fenómeno, en Lima se da el otro fenómeno de la privatización de los espacios públicos (léase Eisha). Para esos otros cuadros, con playas más “minimalistas”, tomé como referencia las idílicas imágenes con que las revistas Life o National Geographic retrataban el ocio placentero, allá por los años sesenta y setenta del siglo pasado.
-¿Es cierto que pintas escuchando, desde música contemporánea y clásica, hasta noticias, partidos de fútbol y hasta ¡audiolibros!?
-Yo creo que la realidad del pintor, y del creador en general, es bastante solitaria. Por otro lado, tengo la facilidad, tal vez por ser zurdo, de poder concentrarme y hacer más de una cosa a la vez. Por eso es que la radio no me distrae, más bien me da un poco de compañía y diversión en mis horas de trabajo creativo.
Pablo Patrucco