10 MINUTOS EXTRAS


10 MINUTOS PUEDEN HACER LA DIFERENCIA

LLEGAR TAN SOLO DIEZ MINUTOS ANTES PUEDE MARCAR LA DIFERENCIA ENTRE UNA REUNIÓN EXITOSA Y LA PÉRDIDA DE UN PUESTO DE TRABAJO.
ESCRIBE: XAVIER SAVIN

CUANDO PASO CONSULTA, procuro dedicar los 10 primeros minutos a cuestiones de poca importancia, especialmente cuando se trata de una primera visita, porque me he dado cuenta de que es el tiempo que necesitamos para familiarizarnos con nuestro entorno.

Aunque se nos suele olvidar, medio por despiste, medio porque nos gusta sentirnos especiales, los seres humanos somos animales, y como tales tenemos unos instintos que toman los mandos en determinadas situaciones. Uno de ellos es el de evaluar riesgos.

Aquellos que tienen perros, seguro que les resulta familiar que, cuando van a un sitio nuevo, el animal empieza a inspeccionar el terreno, y una vez que ha hecho su «ronda», si todo le parece en orden, ya puede relajarse.

«Aquellos que tienen perros, seguro que les resulta familiar que, cuando van a un sitio nuevo, el animal empieza a inspeccionar el terreno, y una vez que ha hecho su «ronda», si todo le parece en orden, ya puede relajarse»

Mientras escribo esto, he caído en que las personas actuamos de una manera parecida: es una norma de cortesía, cuando vamos a la casa de un conocido por primera vez, que nos muestre todas las habitaciones nada más empezar la velada. Desconozco el motivo, pero lo cierto es que a mí personalmente me parece que no tiene sentido, más allá de la de, como nuestros amigos los canes, inspeccionar el terreno.

Imagina por un instante que has quedado en un restaurante para una importante reunión de negocios, has acordado con la otra persona iniciar la reunión a las 13:30 y, tal como marca el protocolo, te presentas puntual a la cita.

«Es en ese momento cuando, muy probablemente, despierten tus instintos. Sin darte cuenta, una parte de tu cerebro, llamado cerebro reptiliano, tomará los mandos y empezara a buscar peligros: ¿es éste un lugar seguro?

Se trata de algo realmente importante, por lo que sientes un poco de nervios; es en ese momento cuando, muy probablemente, despierten tus instintos. Sin darte cuenta, una parte de tu cerebro, llamado cerebro reptiliano, tomará los mandos y empezara a buscar peligros: ¿es éste un lugar seguro? ¿Se trata de un potencial enemigo?

Como son muchas las cosas que debemos evaluar, esa parte del cerebro suele decirnos: «¿Sabes qué? Mejor me preparo por si hay que huir o luchar». Y le da las siguientes órdenes a tu cuerpo:

  • Acelerar la respiración, para que a tus músculos no les falte el oxígeno.
  • Incrementar el ritmo cardíaco, lo que te permitirá repartir el oxígeno por brazos y piernas.
  • Dilatar las pupilas, para ver mejor por dónde escapar.
  • Por último, dejará de enviar gran parte de ese oxígeno que tanto pueden necesitar tus brazos y tus piernas a la cabeza y al estómago.

De modo que vas a iniciar la reunión con nervios, quizás dolor de estómago, y sin la agilidad mental con la que sueles contar. Pero esto no acaba aquí: si la persona con la que has quedado ha llegado unos minutos antes, la encontrarás relajadamente sentada a la mesa, tomando una copa y ya familiarizada con el restaurante, con la carta y con mucho tiempo para evaluar el que para él es el único riesgo posible… Si es que esa persona que parece perdida y a quien el maître avasalla a preguntas le puede suponer un riesgo.

Y ahí estas tú, sudado, nervioso, con el corazón en la boca y sin sangre en el cerebro

Por eso te digo: tan sólo 10 minutos. La vida no tiene por qué ser una carrera, tómate tu tiempo, ve a los lugares con tiempo suficiente para ser tú quien, de manera relajada, se tome una copa o un refresco mientras se familiariza y disfruta del entorno

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