DOS DE MAYO


Monumento al Combate del Dos de Mayo, inaugurado en 1874, plenamente restaurado en 2021, año del Bicentenario.

Después de largo tiempo de abandono el monumento al Combate del Dos de Mayo, que fue inaugurado en 1874 para conmemorar la victoria bélica que selló la independencia americana de la corona española, ha sido restaurado por Prolima en el marco del Plan Maestro del Centro Histórico de Lima. El obelisco de 24 metros de altura presentaba múltiples daños en su estructura y piezas de mármol, bronce y fierro. Los materiales habían sufrido las consecuencias de la intemperie, así como del entorno natural y social. La erosión y la corrosión se habían expandido como un cáncer. Grietas, rotura y pérdida de piezas también se contaban entre la extensa lista de patologías. Para complementar el cuadro de desamparo, nidos de palomas, abejas e insectos, y hasta cables eléctricos riesgosos.

En la cima del monumento, la alegoría de la victoria, originalmente de bronce, había sido deslucida con varias capas de pintura negra. Presentaba manchas de deyección de aves y hasta sendos orificios —de entrada y salida— probablemente producidos por un impacto de bala. De hecho, el expediente técnico de Prolima remarca la agresividad del deterioro ocasionado por el factor humano, refiriéndose no solo a pintas, grafitis y roturas, sino también a la sustracción de elementos decorativos y piezas de bronce y mármol, como la espada del héroe José Gálvez, el asta de la bandera que sostiene la figura femenina que representa a la Madre Patria y la corona de puntas y ambos aretes de perlas que tenía la alegoría del Ecuador. A esos importantes elementos de valor, deben agregarse otros muchos que también faltaban, como la cola de un caimán en la alegoría del Ecuador, las garras de un cóndor en la alegoría de Chile, así como parte del escudo patrio, palmeras y laureles, todos los cuales fueron recreados y restituidos de manera fiel al original.

Un hallazgo importante se dio al retirar las capas de pintura negra de la superficie de la escultura, tras lo cual se pudo apreciar detalles que habían permanecido ocultos durante años, como la lista completa de los nombres de los peruanos caídos en el combate, y el detalle preciso de las placas donde se escenifican escenas del combate.

Para operar y restaurar con similar precisión todas las partes, se levantó alrededor del obelisco un andamio para obras de restauración y mantenimiento. El equipo multidisciplinario de Prolima trabajó allí durante los intervalos de tiempo que permitían las restricciones sanitarias de 2020, año pandémico, para que, finalmente, en mayo de 2021, con motivo del Bicentenario de la República, la obra fuera entregada a la ciudad plenamente restaurada.

UN POCO DE HISTORIA

La idea de levantar un monumento conmemorativo al Combate del Dos de Mayo surgió al día siguiente de la batalla, en el júbilo de la victoria, y fue promovida por el presidente de la República Mariano Ignacio Prado.  Las bases del concurso internacional para diseñar la obra se publicarían al cabo de un año, tal como informó el diario El Comercio en su edición del 17 de septiembre de 1867: “El monumento deberá ser ejecutado, sea enteramente en bronce o sea parte en bronce y parte en mármol, a voluntad del artista. En su base serán colocadas cuatro estatuas de dimensión doble del tamaño natural, figurando las repúblicas aliadas de la América meridional: el Perú, Chile, Bolivia y el Ecuador. El motivo principal del monumento personificará la victoria del Dos de Mayo y el artista deberá colocar, además, en su composición, la efigie del coronel José Gálvez, como también bajos relieves reproduciendo los hechos principales de la batalla: uno de estos será consagrado al episodio de la explosión de la torre de la Merced, en donde fue muerto el héroe peruano. Los nombres de los otros ciudadanos muertos gloriosamente el Dos de Mayo, en defensa de su país, serán grabados sobre los costados del monumento”.

El 14 de febrero de 1868 un juradocalificador conformado por el director de la Escuela de Bellas Artes de París, Eugenio Guillaume, el pintor Charles Gleyre y el escultor Jean-Joseph Perraud, eligió como ganador al proyecto presentado por el arquitecto Edmundo Guillaume y el escultor León Cugnot. Al respecto, el ingeniero arquitecto Nicolás Mequer, que luego se encargaría de ensamblar el monumento en Lima, envió un informe técnico al gobierno peruano, relatando lo siguiente: “El conjunto tiene nobleza, las proporciones de las figuras se coordinan bien con la arquitectura, los hechos son presentados con actitud y energía. La alegoría del Perú, puesta adelante, combate sola mientras que las tres otras repúblicas unidas, agrupadas detrás, le ofrecen sus armas y sus tesoros. A los pies del Perú, el coronel Gálvez hace a su patria el sacrificio de su vida. La imagen de la victoria, que corona el monumento, tiene una actitud entusiasta, su conjunto es hermoso y tiene líneas de vida”.

Pedro Gálvez, hermano del héroe y ministro plenipotenciario del Perú en Francia, acompañó el traslado del monumento al Perú. En Lima una comisión presidida por el alcalde Manuel Atanasio Fuentes había definido el lugar donde sería erigido y, finalmente, inaugurado en julio de 1874, siendo presidente Manuel Pardo y Lavalle.

El tamaño colosal del obelisco (24 metros de alto) impresionó a los limeños de la época, que nunca habían visto una construcción de tan grandes proporciones; más grandes, incluso, que las de una catedral. Recién en el siguiente siglo, en los años veinte, se construirían los ocho edificios de tres pisos que rodean al monumento, y que le dan a este espacio urbano su característico estilo europeo.

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