MIGUEL BARRETO


MIGUEL BARRETO

Director Regional del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe.

  • DESDE NIÑO ME ENTUSIASMO la posibilidad de representar a mi país y de viajar por el mundo. Egresé del colegio FAP José Quiñones en 1981, el mes en que el Embajador Javier Pérez de Cuellar era elegido como Secretario General de la ONU. Eso me entusiasmó y redoblo mi interés por estudiar la carrera de Derecho en la Universidad San Martín de Porres y de postular a la Academia Diplomática del Perú.
  • Nunca me imaginé que el destino me llevaría a la ONU. Y menos aún a las actividades operacionales y humanitarias de la ONU, algo no muy común para un diplomático de carrera.
  • Trabajar en el Programa Mundial de Alimentos (PMA) la operación humanitaria más grande del mundo, con un presupuesto de 7200 millones de dólares, ayudando a 90 millones de personas, entre damnificados, desplazados, refugiados y niños desnutridos, en zonas de conflicto, desastre y sequías recurrentes, fue y sigue siendo un verdadero reto para mí.
  • Mis primeras experiencias fueron en Camboya, Mozambique y Etiopía. En Mozambique había comunidades donde los caminos estaban señalizados para evitar las minas antipersonales.

“Mis primeras experiencias fueron en Camboya, Mozambique y Etiopía. En Mozambique había comunidades donde los caminos estaban señalizados para evitar las minas antipersonales”

  • El 2008 el impacto de la crisis mundial de los precios de los alimentos fue devastador. En un campamento improvisado como centro de salud en Etiopía, vi morir a tres niños en el lapso de media hora. Fue realmente frustrante. Los niveles de desnutrición severa eran irreversibles y no se podía hacer mucho.
  • Nuestro personal se encuentra permanentemente en situación de riesgo. En varias ocasiones hemos tenido que negociar la liberación de colegas del PMA en la frontera con Somalia. No era fácil pasar las horas sin saber nada de ellos.
  • Parte de mi función es darle una dimensión más pública a la importancia de la seguridad alimentaria y nutricional para el desarrollo de las naciones. Y eso es un reto en el contexto latinoamericano, porque la gente no come mejor cuando sale de la extrema pobreza. El hambre oculta (falta de micronutrientes) y el sobrepeso afectan la salud, educación y productividad de los países.
  • Me es doloroso y muy difícil de entender cómo en algunas comunidades se estigmatiza a los niños y mujeres pobres con VIH SIDA.

“Nuestro personal se encuentra en permanente situación de riesgo. En varias ocasiones hemos tenido que negociar la liberación de colegas del PMA en la frontera con Somalia. No era fácil pasar las horas sin saber nada de ellos”

  • No sonrío siempre (como en la foto). Tengo más canas que antes. Viajo mucho y eso desgasta. En contraparte, ayuda bastante saber que trabajas en algo que se puede tocar y que produce resultados inmediatos en las personas y sus comunidades.
  • Es alentador ver cómo en los peores momentos se despierta la creatividad y la solidaridad. Recuerdo que, en un campo de refugiados, un joven de 16 años desarrolló un sistema de comunicaciones por ondas, utilizando un sorprendente aparato radiofónico hecho con desperdicios de las latas y cajas de los alimentos del PMA. Era la única forma en que se podían comunicar familiares que habían quedado separados.
  • Es alentador ver niños en todo el mundo que después de algunos meses se recuperan con la alimentación suplementaria proveída por el PMA.
  • Es alentador ver cómo, en la frontera entre Honduras y Nicaragua, madres y padres comprometidos viajan durante días en barcazas para recoger los alimentos que sus niños comerán en las escuelas. En realidad, son ellos el ejemplo y nosotros los testigos.

Como director del Programa Mundial de alimentos, Miguel Barreto es el primero en llegar con ayuda humanitaria de la ONU a la zonas de desastre.

Mis padres me enseñaron a mantener el entusiasmo y el compromiso. Eso ayuda en mi tarea diaria de enfrentarme a desgracias y sufrimientos.
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