¡ATENTADO EN SANTA MARÍA DEL MAR!
¡COMPRAN UNA FORMACIÓN ROCOSA DE MILLONES DE AÑOS DE ANTIGÜEDAD Y LA DESTRUYEN EN UN MES!
FOTO: FERNANDO LOAYZA
UNA DE LAS PEORES COSAS que le puede pasar a una sociedad, es que su gente adinerada no tenga cultura. Mucho dinero y poca educación, un cóctel explosivo que deviene no solo en mal gusto y huachafería, sino en prepotencia, falta de empatía con el otro y hasta desprecio por el entorno. Muestra de ello es lo que está pasando en la playa Santa María del Mar, en el kilómetro 50 de la Panamericana sur. Allí se juntaron el hambre de los ricachones achorados con la necesidad de las autoridades escandalosamente permisivas. El resultado salta a la vista: han destruido para siempre un hermoso y necesario peñasco, que estaba ahí desde hacía millones de años y era hábitat de lobos marinos, piqueros, cangrejos y demás fauna de nuestro litoral. ¿Y todo para qué? Para unos pocos puedan aislarse del mundo de los «sholos» y puedan gozar de una exclusiva, privada y única vista al mar.
El peñasco de la playa Embajadores, en el distrito de Santa María del Mar, era una prominente masa de piedra que sobresalía de las tierras bajas y del mar, y que era parte de una cadena de montañas marinas de unos 2o metros de altura y unos 500 millones de años de antigüedad (era Precámbrica). En su estado original, tenía la forma de un gran chichón. Y como todas las creaturas de la naturaleza, cumplía una función, o varias. Amenguaba los vientos que venían del mar hacia la tierra, amansaba las mareas y era hábitat de una gran cantidad de especies animales y vegetales, que vivían tanto en la superficie de la roca, como en sus boquerones y bajo el agua. Y, claro, también estaba ahí como contención y barrera natural, Dios no lo quiera, ante la eventualidad de un tsunami.
Las grúas excavaron y removieron las piedras de tal manera que, al final, vista de frente, solo quedaron las dos paredes laterales de la peña. Y en el medio, un gran hueco fantasma en forma de U, donde se está construyendo un edifico de departamentos de cinco pisos.
“¡Han partido el cerro en dos!”, exclama María Elena Alvarado Zapata, una indignada vecina del lugar. Los “ingeniosos” arquitectos que diseñaron la obra, podrían aprender algunas lecciones de conservación ambiental y empatía con el entorno, que les ofrece esta vecina: “Una edificación no debería alterar la naturaleza, sino ser amigable con ella, construyéndose en las partes aledañas o, por último, encima del cerro, pero sin alterar, ni destruir el paisaje”.
Fernando Loayza, otro vecino, afirma: “Mas allá de la legalidad de la obra, de la indolencia de las normas o de la ausencia de las mismas, debería imperar el buen criterio del ciudadano. Soy de profesión piloto de línea aérea y la mayoría de los manuales de los aviones que he volado, enuncian en su prólogo: “El presente manual y los procedimientos en él contenidos, no reemplazan el buen criterio del piloto al momento de tomar decisiones”. Toca ser conscientes de cómo nos involucramos con nuestro entorno, de ser empáticos con los espacios que nos rodean”.
Según la Resolución de Licencia de Edificación No. 004-2017-GDU-MSMM, la obra pertenece a la empresa Tecnología Textil, cuyo gerente general es Jorge Yamil Mufarech Nemy, empresario del sector industrial y Congresista de la República de 2001 a 2006, recordado por su lucha contra los delitos aduaneros. Mufarech fue elegido congresista de la República el 8 de abril de 2001 y, un mes después, el 17 de mayo de 2001, compró el peñasco de Santa María del Mar. El noticiero 24 Horas, de Panamericana Televisión, entrevistó al alcalde del distrito de Santa María del Mar, Marwan Kahhat que, increíblemente, calificó el hecho como «normal».
«El noticiero 24 Horas, de Panamericana Televisión, entrevistó al alcalde del distrito de Santa María del Mar, Marwan Kahhat que, increíblemente, calificó el hecho como «normal»
«La empresa era dueña del cerro desde hacía años. Compraron el cerro, al igual que la mayoría de personas suele comprar terrenos, que pueden estar en superficies planas o en cerros».
En relación a las palabras del alcalde, la revista EN LIMA tiene dos puntos:
Uno: Las autoridades municipales pueden decidir sobre el uso de cada propiedad o sobre la preservación del paisaje. En todo caso, si bien es la Superintendencia de Bienes Nacionales (SBN), o una comunidad campesina, o un tercero, el que vende, la municipalidad tiene el respaldo de los vecinos y podría contar con suficientes argumentos medioambientales, paisajísticos, históricos, etcétera, para enfrentar la prepotencia del dinero y evitar cualquier daño al medio ambiente y a la comunidad. En el Morro Solar, por ejemplo, se han presentado muchos proyectos urbanísticos, todos quieren construir en el morro, pero la Municipalidad de Chorrillos, con argumentos históricos, se ha enfrentado a los proyectos y estos no se han hecho realidad.
¿Tiene derecho el propietario de un lugar a destruir el paisaje natural y eliminar el ecosistema que ahí habitaba desde hacía millones de años?
Dos: ¿Tiene derecho el propietario de un lugar a destruir el paisaje natural y eliminar el ecosistema que ahí había desde hacía millones de años? En las fotos del peñasco se aprecia claramente que todo el frente tiene manchas blancas, el rastro de los piqueros y otras aves que ahí habitaban. Y los vecinos tienen fotos anteriores a la destrucción, donde se aprecian manadas de nutrias o lobos marinos revoloteando en el agua, al pie del peñasco. Ni qué decir de las otras especies marinas, como algas, cangrejos y estrellas de mar, entre otras muchas más, también afectadas para siempre.
La Dirección General de Capitanías y Guardacostas (DICAPI) de la Marina de Guerra del Perú, es la autoridad marítima que tiene por misión proteger el medio ambiente y sus recursos naturales, así como reprimir todo acto ilícito que se realice en el mar peruano. ¿Es este un acto ilícito? ¿DICAPI estuvo al tanto?
En todo caso, el problema es que algunos de los jugadores decisivos para dar luz verde a la construcción del edificio de Santa María (desde los representantes de los colegios de Arquitectos e Ingenieros y la propia Municipalidad) consideran que la obra es legal, sino no hubieran dado el visto bueno y otorgaron el permiso de edificación. Estas cosas solo suceden en el Perú. La Ley de Playas (LEY Nº 26856) dice que son «inalienables» los terrenos ubicados antes de los 50 metros de la línea de alta marea. Son «inalienables», es decir, que no se puede ni vender, ni ceder sus derechos de propiedad. Esos 50 metros son jurisdicción de la DICAPI.
Otro organismo que debería dar su opinión técnica es el INDECI, pues el inmueble se ha puesto en el lugar de una de las barreras naturales que tenía el distrito contra la eventualidad de un tsunami.
En el Perú muchos permisos para construir en cerros, peñascos, acantilados e islotes se sacan bajo la manga, muchas veces al margen de la ley y en un chanchullo en el que interviene gente influyente y autoridades blandengues y sospechosamente permisivas, que no tienen ningún interés en proteger los recursos naturales de la localidad.
A los simples mortales, solo nos queda esperar que después de esta denuncia las autoridades hagan su trabajo conforme a ley. Y si no lo hacen, pues que la naturaleza se encargue, pero no con un maretazo, como han deseado algunos encrespados ciudadanos en las redes sociales. Con que los piqueros regresen después del ruido de las grúas, a dejar su producción en los ventanales del edificio, o que la ventisca haga volar los sombreros una y otra vez, o que un cangrejo despistado suba al jardín y le pellizque el pie a los residentes, quedaríamos satisfechos. Justicia de la naturaleza, le llaman. ■
¿QUÉ HACER CON LA OBRA QUE PARTIÓ EN DOS EL PEÑASCO MILENARIO?
RESPONDE LILIANA MIRANDA SARA, DIRECTORA DEL FORO CIUDADES PARA LA VIDA.
¿Cuál es el papel que debe asumir la DICAPI?
La Dirección General de Capitanías y Guardacostas (DICAPI), de la Marina de Guerra del Perú, debe aplicar la Ley de playas, porque esa propiedad está ubicada en una zona bajo su competencia, 50 metros desde el límite de alta marea. La DICAPI puede prohibir que la obra continúe desde ahora mismo. Pero si nadie se lo reclama, no lo va a hacer.
¿Y la municipalidad de Santa María del Mar?
Es la Municipalidad Metropolitana de Lima (MML) la que debe actuar por ahora pues, según he leído, el actual alcalde, Marwan Kahhat, no tienen ninguna intención de hacerlo. La MML debe anular la licencia y ordenar la demolición.
¿Eso puede hacer la municipalidad?
En épocas anteriores a la gestión del alcalde de Lima, Luis Castañeda Lossio, la MML ha paralizado obras, declarado nulidad de licencias distritales y hasta ordenado demoliciones.
¿El nuevo alcalde de Santa María del Mar, Jiries Jamis, que asume en 2019, podría hacer algo?
En enero de 2019, la nueva administración de la Municipalidad de Santa María del Mar podrá ordenar la paralización de la obra. Un buen abogado puede armar el caso, incluso llevándolo a juicio e interponer un recurso de amparo si no acatan la paralización. Lo primero que se debe hacer es paralizar la obra hasta que se revise bien el caso. ■
EL RECUENTO DE LOS DAÑOS
EL BIÓLOGO MARCELO STUCCHI EXPONE SU OPINIÓN SOBRE LAS CONSECUENCIAS DE UNA CONSTRUCCIÓN DE ESTE TIPO EN UN PEÑASCO DEL LITORAL PERUANO.
¿Qué especies se habrían visto afectadas por la construcción en el peñasco de Santa María del Mar?
Una de las fotos que me muestras hacen ver que es posible que en los alrededores haya habido un lugar de descanso de lobos marinos. Si es así, es posible que el ruido de las obras los haya ahuyentado. Seguro había aves también, y en la parte baja del acantilado invertebrados.
Los vecinos cuentan que el peñasco era un lugar concurrido por diferentes tipos de aves.
En otra foto se puede ver el acantilado lleno de manchas blancas. Eso indicaría que era una zona donde se paraban aves, por la cantidad, seguro piqueros (las manchas son su guano). Si anidaban allí es difícil precisar. Hay otras especies de aves que habitan en ese tipo de ambiente litoral. En las partes bajas y algo escondidas, es común ver zarcillos; y en las cuevas de la roca, o al menos en los boquerones, pueden anidar chuitas. Lo más probable es que allí también hayan pasado marisqueros, playeritos y brujillos. Esto es lo esperable en este tipo de ambientes, pero siendo una zona intervenida con anticipación es posible que ya haya estado impactada. Además, me dices que los vecinos de la zona cuentan que había gaviotas peruanas dando vueltas: sí, eso es seguro, estas gaviotas están en toda la costa.
¿En cuanto a los invertebrados?
En la zona baja, donde llega el mar, suele haber gran cantidad y variedad de caracoles, choros, erizos, estrellas marinas, cangrejos. Se trata de una riqueza estimable. Y, claro, también hay algas.
¿Y qué ha pasado con esa fauna y flora?
Habría que ver cómo fue el trabajo de demolición. Si el material excedente se tiró al mar, entonces sí pudo ocasionar un fuerte impacto submarino a nivel local, sin duda. Las especies más pequeñas, los invertebrados y algas que estaban fijos en las rocas, seguro murieron. No tuvieron tienen tiempo de salir (su ritmo de movimiento es muy lento comparado con el nuestro; y las algas, claro, no se desplazan). En cuanto a las aves, se van. Pero claro, si había huevos o pichones, seguro fueron abandonados.
¿Qué lección sacamos de esto?
Pienso que esta es una buena oportunidad para ver el problema según su escala. El impacto de una obra aislada como esta puede ser minimizado con facilidad, después de todo, con el tiempo, los invertebrados van a volver a sus rocas y algunas aves al acantilado. Y si el material excedente se tiró al mar, esto no se ve a simple vista, aunque pueda ocasionar un daño submarino en el sector. Pero si este tipo de construcciones se hacen en toda la costa, entonces el impacto si podría ser considerable.
¿Qué hacer entonces?
Es necesario hacer monitoreos biológicos constantes, y que los estudios de impacto ambiental no se enfoquen en obras aisladas sino que se analicen sinérgicamente: solo así se puede saber cómo impactan estas obras.
Finalmente, diría que siempre hay que tener respeto por la naturaleza; no solo la biodiversidad puede verse afectada, sino también las personas que viven en un lugar así, nadie sabe en qué momento puede venir un tsunami, y ahí están más que expuestas. ■